Hoy aparece en las tres lecturas un mensaje insistente: el amor. El amor que nos tiene Dios. El amor que nos ha manifestado Cristo Jesús. El amor que hemos de tenernos los unos con los otros. Y, además, un amor universal, sin fronteras. Es tan importante la Pascua, el corazón de todo el año, que vale la pena que la vivamos en plenitud.
Tanto el evangelio como la primera carta de Juan nos hablan del amor que procede del Padre y a través de Jesús se manifiesta a los creyentes que han de responder a este don gratuito amándose mutuamente. El libro de los Hechos de los apóstoles nos ayuda a profundizar aún más en ese misterio.
PRIMERA LECTURA
[El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los paganos.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48
En aquel tiempo, entró Pedro en la casa del oficial Cornelio, y éste le salió al encuentro y se postró ante él en señal de adoración. Pedro lo levantó y le dijo: "Ponte de pie, pues soy un hombre como tú". Luego añadió: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere".
Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban escuchando el mensaje. Al oírlos hablar en lenguas desconocidas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes judíos que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos.
Entonces Pedro sacó esta conclusión: "¿Quién puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?" Y los mandó bautizar en el nombre de Jesucristo. Luego le rogaron que se quedara con ellos algunos días. Palabra de Dios.
Te alabamos Señor
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo bra zo le han dado la victoria. R.
El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
[Dios es amor.]
De la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10
Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por él. El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
EVANGELIO
[Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos.]
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.
Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús
Comentario al Evangelio
Permaneced en mi amor.
Queridos hermanos, paz y bien.
Sexta semana de Pascua. Si habéis visto algún aeropuerto, estación de tren o de autobús, o en ocasiones, las grandes tiendas, tienen unos carteles con una flecha muy grande que dice: Usted está aquí. Es bueno saber dónde está uno, para no perderse en el camino. Y llevamos ya mucho camino recorrido. Tras la Octava de Pascua, comenzamos con siete días para ver la presencia del Resucitado en la Comunidad. Después, durante otra semana pudimos reflexionar sobre la presencia viva del Resucitado en la Eucaristía. A continuación, la liturgia nos invitó a reflexionar sobre el servicio en la Iglesia, con el domingo del Buen Pastor. Seguimos con la semana de la vid y los sarmientos, y hoy ya –señal de vejez es lo rápido que pasa el tiempo – comenzamos la sexta semana de Pascua, en la que se nos invita a meditar sobre el amor y la elección. Fieles y alegres en por haber sido elegidos para ser apóstoles en nuestro mundo.
La semana pasada era Bernabé el que ayudaba a Pablo, aceptándolo en la comunidad. El Espíritu Santo le inspiró para que cambiara su punto de vista, y Bernabé fue dócil. Esta semana es Pedro el que debe tomar una decisión muy importante. Decidir es siempre dejar una cosa y elegir otra. No siempre entre una cosa buena y otra mala. En este caso, se trataba de renunciar a su pasado judío, a su mentalidad y a su forma de entender la religión, la vida en general, o bien renunciar a todo lo vivido con Cristo y al Espíritu que lo había guiado hasta Cesarea, para abrir un nuevo camino en el desarrollo del Reino.
Pedro tomó la decisión correcta. Por encima de sus convicciones, cayó en la cuenta de que, a los ojos de Dios, no hay alimentos puros o impuros, no hay personas dignas e indignas; para Él todo es puro, todos son dignos, porque son sus hijos. Así que renunciar a lo anterior no le resultó tan duro, ya que se le abrieron nuevas posibilidades. El mundo entero como lugar de evangelización, con el don del Espíritu Santo accesible para todos.
Quizá lo que hizo Pedro fue lo que pide el apóstol Juan en la segunda lectura. Mirar a todos con amor, aceptarlos y amarlos. Nada nuevo. Nada original. Nuestro mundo siempre quiere nuevas ideas. Cada día, la publicidad se esfuerza por encontrar nuevas maneras de vender nuevos productos para la gente nueva del nuevo siglo. No nos basta lo de ayer. A nuestro alrededor, vemos como todos quieren cambiar lo que ayer era lo último de lo último. Ordenadores, coches, teléfonos móviles, programas de ordenador… A veces, hasta nuevos maridos, nuevas esposas, todo se puede cambiar, si se gasta.
Lo que Jesús proclamó, lo que Juan, Pedro y tantos otros anunciaron, entonces, puede no ser original, pero sí fue original la forma de anunciarlo. Llevando ese amor hasta la entrega en la cruz Cristo, hasta el martirio los apóstoles, por amor. Siguiendo la voluntad del Padre, siempre. Respondiendo a lo que Dios quiere de nosotros, para ser felices. Porque si aceptamos esa misión, nos convertimos en “otros Cristos” y, a través de nosotros, es Él el que sana, ama, consuela y llena de paz. Unidos a Él, como el sarmiento a la vid, portadores de alegría y de paz.
Si lo pensamos bien, a nuestro alrededor hay muchas cosas que nos prometen esa paz y esa alegría. Pero pasan pronto. Más que hacernos crecer como personas, lo que la sociedad nos ofrece, en muchas ocasiones, solo fomenta el egoísmo, la búsqueda del placer y la autosatisfacción. Es atrayente, por supuesto, pero todas esas son alegrías efímeras, pasajeras. La auténtica alegría, la que da Jesús, se puede medir con la vara de la prueba. En los malos momentos, a pesar de las dificultades, el creyente puede mantener la paz y sentirse alegre, por está cumpliendo la voluntad de Dios. Como los mártires, que pudieron morir contentos, porque morían por Cristo.
Sin llegar hasta el martirio, intentar cumplir los Mandamientos puede ser difícil, incluso doloroso, si nos lo tomamos en serio. Es que muchas cosas están en contra. Pero Jesús está a nuestro favor. Porque somos sus amigos, no sus siervos. Tenemos una comunión de vida con Jesús, no nos pide nada a cambio de haber dado la vida por nosotros. Y ahí está nuestra fuerza. Tenemos un aliado incansable en nuestro caminar por la vida.
Para poder hablar de paz, amor y alegría a los demás, es necesario sentir primero esa paz, ese amor y esa alegría en el corazón de cada uno, primero, y en nuestras comunidades, después. Solo si en nuestros grupos se practica la escucha, el perdón, la acogida, la tolerancia, podremos anunciar al mundo entero la Buena Nueva de Cristo. “Quien no ama al hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4,20). Y todo eso deriva de la experiencia de amistad con Cristo. Que sea nuestro confidente, que sintamos su apoyo y que nos mueva a amar, testimoniar y entregarnos a Él más y más cada día.
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro Carbajo, C.M.F.
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«Ser madre es ser más allá de una misma.
Ser madre es saber de amores inmensos como el universo.
Ser madre es ser casa, guarida, colchón, almohada, mantita que abriga, red que sostiene, agua que calma.
Ser madre es ser garantía, ciencia, prueba y error y todo junto.
Ser madre es sentirse a cargo de los bienes más preciados de la vida.
Es ser testigo íntimo de la perfección humana; es no poder zafar nunca más de la finitud; es poder más por otros que por una misma.
Ser madre es vivir eternamente agradecida.
Ser madre es el mayor privilegio de la aventura existencial.
Ser madre es ser la naturaleza misma en expresión pura.
Ser madre es quedar partida para siempre, es vivir enamorada, es despertarse siempre motivada a enfrentar la vida.
Ser madre es tan simple y tan complejo como la vida misma.
Ser madre es convivir con pasiones desatadas, puras, masivas, intensas, poderosas.
Ser madre es vivir al ritmo del corazón, volcán en erupción permanente.
Ser madre, es amor, es mucho, es enorme, es intenso, fascinante, desgastante, demandante, exquisito, irrenunciable, alucinante, milagroso y hermoso.»
¡¡FELICIDADES MAMÁS!!🌹
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