Divina Pastora, que vuelves tus
ojos hacia nosotros para que nos miremos en ellos como hijos, sin miedos ni
sonrojo, y que tus manos, como trono soberano sostienes a tu Hijo al que
pastorcillo llamamos, nos bendices acariciando, reúnenos bajo tu manto en el
redil de tu Pueblo Santo.
Amen
† Rvdo. P. D. José García Macias
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